En 1903, un ano de extraordinaria cosecha en la literatura espanola del siglo XX, Vicente Blasco Ibánez, publica La Catedral, segunda de sus novelas sociales o de rebeldía, como él dio en denominarlas. En plena crisis, cuya espoleta había quedado identificada en el Desastre cubano, el autor levantino echa el resto y destila con verdadero furor todas las ideas y peripecias que su largo compromiso político había acumulado hasta forjar una actitud personal que, si no demasiao clara en cuanto a qué sería lo mejor para sacar a Espana de su marasmo, sí se revestía de una ideología sustentada sobre dos pilares básicos: republicanismo y anticlericalismo.